Saturday, June 10, 2006

Muevete, Dan Brown!

Ya viene su bis-abuelo de hace seiscientos años, también un mentiroso legendario:

Virgilio de Córdoba!

Fuente: Menendez y Pelayo, Marcelino. Historia de los Heterodoxos Españoles, III. Buenos Aires: Editora Espasa-Calpe Argentina, S.A., 1951.

Páginas 301-303.

"Español parece haber sido, o a lo menos educado en Toledo, el autor del libro apócrifo Virgilii Cordubensis Philosophia.

"El nombre del autor, la fecha del libro, la pretensión de ser traducido del arábigo, todo es falso. Cierto que el escritor debía de saber poco de cosas arábigas, cuando se le ocurrió llamar a un filósofo musulmán Virgilio.

"Guióse, sin duda, por la tradición napolitana de la magia de Virgilio, y tomó aquel nombre para autorizar sus sueños, que hoy llamaríamos espiritas. La latinidad de la obra supera en barbarie a los más desconcertados escritos de la Edad Media. El autor parece estudiante, y de los más rudos. Con ideas confusas de filosofía rabínica y musulmana, mezcla lo que había alcanzado de artes mágicas y fantásticas noticias de escuelas y de enseñanzas, que algunos eruditos, con sobrado candor, han tomado por lo serio.

"El supuesto Virgilio Hispano comienza hablando de los grandes estudios de Toledo, especialmente del de filosofía, al cual concurrían los filósofos toledanos, que eran doce, y los de Cartagena, Córdoba, Sevilla, Marruecos, Cantorbery, y muchas otras partes.

"Cada día se disputaba de omni scibili, hasta que se llegó a cuestiones muy difíciles, en que los pareceres se dividieron, si bien los filósofos toledanos iban siempre unidos.

"Al cabo, para concertar la disputa, determinóse acudir a un juez,

que no fué otro que el mismo Virgilio,

"profesor entonces en Córdoba de Nigromancia o Refulgencia. El no quiso moverse de su ciudad, y les aconsejó que, si querían saber algo, trasladasen los estudios a Córdoba, que era lugar sanísimo y en todo abundante.

"Así lo hicieron, y a ruegos suyos compuso Virgilio este libro, fudado todo en las revalaciones de los Espíritus, a quienes interrogó. Realmente su fatiga fué bien inútil, y

los espíritus de aquel tiempo debían saber tan poco como los del nuestro,

"pues no le dijeron más que vulgaridades de filosofía peripatética sobre la existencia del primer motor, la inmortalidad del alma, etc., e impugnando la eternidad del mundo: por donde se ve que eran espíritus de bien y enemigos de toda herejía, aunque a veces se resienten de malas y peor digeridas lecturas.

"Las noticias que da el tal Virgilio de filósofos españoles amigos y contemporáneos suyos, son de lo más peregrino, y acaban de demostrar su insensatez, a no ser que pretendiera burlarse de la posteridad.

"Cuenta entre ellos a Séneca(!), a Avicena y Algazel, que jamás estuvieron en España, y a Averroes; habla de los 7.000 estudiantes que concurrieron a las aulas de Córdoba; de los tres famosos astrólogos

Calafataf, Gilberto y Aladanfac;

"de los tres nigromantes toledanos

Philadelpho, Liribando y Floribundo,

"y de otros maestros de pyromancia y de geomancia, cuyos nombre eran ( apréndanlos mis lectores!)

Boromandrac, Dulnafatac, Ahafil, Jonatalfac, Mirrafanzel, Nolicarano ...

"O Virgilio, estaba loco, o decía bernardinas."

"También nos habla del Arte notoria, quae est Ars et scientia sancta, la cual sólo el que esté sin pecado puede aprender. Autores de ella fueron los ángeles buenos, y la comunicaron al rey Salomón. Este encerró los espíritus en una botella, fuera de uno que era cojo, el cual logró libertad a los demás. Cuando Alejandro tomó a Jerusalén, su maestro Aristóteles, hasta aquel día hombre rudo, logró saber dónde estaban encerrados los libros de Salomón, y se hizo sabio.

"Esta Arte notoria no parece ser otra que la Cábala. Cuanto al Diablo cojuelo, verémosle reaparecer en la sabrosa ficción de Luis Vélez de Guevara."





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