Wednesday, May 31, 2006

El Padre Gálvez, sin perder su color rezaba en su breviario, echando conjuros sobre los enemigos.

Degollado Guízar, Jesús. Memorias de Jesús Degollado Guízar, último general en jefe del ejército cristero. México: Editorial Jus., 1957.

Página 63. "El enemigo, que se dio cuenta de lo que yo dije, se vino sobre nosotros y puso de nuevo cerco a la finca. Una lucha a muerte se entabló entre nosotros, que éramos obligados a retroceder haciéndonos fuertes en los robustos encinos y altos pinares. Todos luchaban con valor desesperado; el Padre Gálvez, sin perder su color rezaba en su breviario, echando conjuros sobre los enemigos. A pesar de nuestros esfuerzos, el enemigo avanzaba; la superioridad numérica y sus ametralladoras se imponían; nosotros nos retirábamos por una pendiente muy alta para ascender al cerro La Corona. La cima estaba a unos doscientos metros de nosotros, y no obstante que ahí estaba nuestra salvación, no la podíamos alcanzar luego, porque la fatiga casi no me permitía moverme. Yo me consideraba perdido, y ordené a todos que se fueran y se salvaran.

"El soldado Miguel Méndez dijo:

-- Yo no obedezco a usted, mi General; no es honor para un soldado abandonar a su Jefe --.

-- Háganlo ustedes -- les dije a los demás.

--No señor -- contestaron -- la repuesta del Gordito (así llamábamos por cariño al valiente soldado don Miguel Méndez) es la de todos.

Fin Parte Uno

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