¡Ora, UTEP! ¡Ora MEChA! ¡Hey, Familia!
Gral Fco. L. Urquizo:
Obras escogidas
"El Doctor Mata"
[Adaptada de la obra orignal]
Páginas: 1013 a 1021
"Todos tenemos una fiera sanguinaria y cruel escondida en nuestro pecho, que duerme tranquila sin manifestarnos su existencia, y que vive de nuestras pasiones: del odio, de la ira, de la envidia, de la conscupiscencia, de cuanto malo anda en nuestro ser.
[Pero, con el Doctor Mata, con el transcurso de tiempo, pasó algo con él mismo: se lo mató en sangre fría a un entonces vecino allá por Torreon, Coahuila.]
"La fiera, despierta ya, nunca más volvió a dormir.
"El doctor Mata dióse de lleno a los vicios, y de humilde que era se volvió déspota y altanero. Su madre hubo de morir, y ya solo hizo en su vida un desenfreno: las mujeres, el alcohol, el juego se enseñorearon de él; su corpachón, antes encorvado por el trabajo y las fatigas, se erguió fuerte y retador, y sus barbas apostólicas se tornaron en cabrunas asquerosas, y de apacible que era, se convirtió en satírico y lujurioso, en insolente y soez.
"Aquel hombre puro, ya manchado por el primer crimen, jamás volvió a levantarse del fango.
"Hubo un combate fatal, encarnizado y largo. Los trenes se retiraban pausadamente del campo de batalla, saliendo poco a poco del bloqueo de la gran estación ferrocarrilera de Aguascalientes. [Gral Fco.] Villa recorría personalmente la larga línea de carros, apremiando a los ferrocarrileros para que los movieran, dando preferencia a los de heridos.
"Del convoy que mandaba el doctor Mata, como de costumbre salían lamentos y maldiciones; Villa, malhumorado como andaba, se detuvo, y con su fuerte voz inquirió, asomádose por la puerta del furgón donde eran más intensos.
-- ¡Quibo, qué pasa con tanto grito!, ¿qué no son hombres, qué no más ustedes están heridos?
--Mi general, nos maltrata mucho el doctor -- gimió uno.
--No queremos al doctor Mata -- gritaron todos.
"Y aprovechando aquella oportunidad se apiñaron en la puerta los que podían hacerlo, y hablando a un tiempo demandaron que les quitara a su médico.
"Villa allí mismo hizo comparacer al doctor Mata y le interrogó:
--¿Es cierto que usted trata mal a los heridos? Conteste."
--Mentiras, mi general."
--Sí es cierto, jefe, sí es cierto -- gritaron a coro los enfermos."
--Falso, señor ... -- respondió el doctor palideciendo, pues conocía bien a su superior."
--Bueno, bueno -- repuso Villa cortándole la palabra --, pa'qué batallamos -- y empuñando su pistola, con aquella puntería que sólo él tuvo, despachó al otro mundo al doctor, al hombre bueno de otro tiempo, y con él a la fiera terrible que animaba."